Ante 60 mil personas el grupo Pearl Jam brindó un notable show donde se dio tiempo de saludar en español a los actuales monarcas de Copa América, precisamente en el mismo estadio donde la Roja alzó el trofeo en julio pasado.
“Un salud por los campeones de América, el vino está para chuparse los bigotes, un manjars!”, señaló Eddie Vedder en medio del concierto.
La lógica indica que a medida que se va haciendo más frecuente en el tiempo el retorno de un artista a Chile, su capacidad de convocatoria disminuye, fenómeno que no corre con el caso de los fans de Pearl Jam, que en su cuarta visita y quinto concierto en suelo local agotaron la totalidad de los tickets puestos a la venta.
De hecho su show en Santiago, el primero del tramo latinoamericano de la gira de promoción del disco Lightning Bolt, se alza como el recital más masivo en lo que va del año en Chile.
Impresionaba el hecho de que desde la mitad de la zona del sector de cancha se hacía muy difícil sino imposible avanzar hacia el escenario, inclusive por la pista de recortán.
Por lo mismo, no es de extrañar que Eddie Vedder preguntase cada tanto cómo estaba el público y pidiera no hacer presión hacia la gente que estaba pegada a las rejas de contención.
Este afán del frotman de Peal Jam dice relación con la muerte de nueve seguidores que murieron aplastados en Dinamarca durante un concierto realizado por la banda en 2000. El temor de Eddie Vedder por ver repetido ese capítulo lo lleva a insistir en cada uno de sus shows en la necesidad de tomar algo de distancia física respecto de la persona ubicada delante de cada cual.
Y en caso de Chile su temor es fundado, pues en el debut de Pearl Jam en San Carlos de Apoquindo el 22 de noviembre de 2005, una centena de personas se arrojó desde galería al sector de cancha con el tema Even Flow como telón de fondo, ocasionando que decidiera una reja y dos personas resultasen con heridas de mediana consideración, en una jornada que además terminó con 20 detenidos por desórdenes.
En el libro Pearl Jam Twenty la banda rememora ese episodio. “Tuvimos miedo a que sucediera un desborde pero todo se solucionó”, relata el grupo en la obra de Jonathan Cohen, un apéndice del documental de Cameron Crowe del mismo nombre.
Pero la noche del miércoles 4 el público concurrente al Estadio Nacional estuvo a la altura y no hubo problemas que lamentar, salvo uno que otro desmayo que fue solucionado con ayuda de personal de seguridad. El resto solo fue disfrute, contexto en el que hasta hubiera sido bien recibido un poco de lluvia.
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